Viñedos de Viña Romana
El legado de nuesto viñedo
Nuestra región se erige como un auténtico tesoro enológico, con raíces que se hunden en los anales de la historia hasta la mismísima época de los romanos. Es un lugar donde el tiempo parece detenerse entre los viñedos centenarios que se extienden a lo largo y ancho de la región. Las cepas prefiloxéricas, con una edad media de 105 años, son testigos vivientes de la tradición vinícola que ha perdurado a lo largo de los siglos.
Estos viñedos, cuidadosamente cultivados en pequeños terrenos, se aferran a las empinadas laderas que bordean majestuosamente las orillas del río Duero. El acceso a estos lugares remotos es una experiencia que nos transporta a tiempos pasados, donde solo el trote pausado de las caballerías puede abrir camino hacia estos preciados viñedos. Y como si la naturaleza quisiera dar un toque aún más mágico a este escenario, todas estas joyas enológicas se encuentran resguardadas por el imponente abrazo del Parque Natural de Las Arribes del Duero, un entorno de una belleza incomparable que enriquece cada sorbo de nuestros vinos.
En el corazón de esta tierra bendecida por la vid, nuestra bodega se alza como un faro de tradición y excelencia vinícola. Su historia se entrelaza con la de la comunidad, siendo testigo de los vaivenes del tiempo y las transformaciones del paisaje. Fundada en 1962 por la Cooperativa del Campo de San Roque, nuestra bodega es más que un lugar de producción de vinos; es un santuario donde convergen la pasión por la viticultura y el respeto por la herencia de generaciones pasadas.
Su imponente estructura, diseñada para la elaboración de vinos a granel, todavía conserva vestigios de aquellos tiempos pasados, cuando podía albergar hasta un millón de litros de néctar de uva. Sin embargo, el devenir del tiempo no ha sido benigno con nuestras viñas. La decadencia de las labores agrícolas y el éxodo rural han dejado su huella, reduciendo en muchos casos nuestros viñedos a meros recuerdos de lo que una vez fueron. Pero aún así, en medio de la nostalgia, encontramos consuelo en el hecho de que cada botella de nuestro vino es un tributo a la perseverancia y al amor por nuestra tierra, compartido y disfrutado con la mejor compañía.
Uva Bruñal: procedente de cepas con una edad media de 110 años. Para distinguir esta variedad tenemos que descubrir un racimo pequeño y muy prieto, de color azul negruzco, con una pulpa dura, de mucho potencial en taninos que junto con la piel nos da mucho color, un sabor elegante, goloso, largo e intenso y un aroma a fruta roja, frambuesa, grosella o mora, con notas minerales y toques tostados. Para la elaboración de este vino hemos utilizado el método tradicional, selección de la mejor uva racimo a racimo, fermentación y reposo de no menos de seis meses en barrica de roble antes de embotellar y nuevamente reposo en botella de no menos de doce meses antes de su comercialización